Una Crisol viejita llegó al taller con ganas de unos mimos.
Tenía la boquilla rota (se completó con poxi y se aseguró con un
termocontraible para evitar posible rotura por mordedura), y se le
realizó una boquilla en acrílico con un pequeño detalle en cobre.
Su dueño felíz... y vanidad mediante, yo también...